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El segundo principio Lean es identificar y mapear el flujo de valor. En este paso, el objetivo es utilizar el valor del cliente como punto de referencia e identificar todas las actividades que contribuyen a estos valores. Las actividades que no agregan valor al cliente final se consideran desperdicio. Los residuos se pueden dividir en dos categorías: sin valor agregado pero necesarios y sin valor e innecesario. El último es un desperdicio puro y debe eliminarse, mientras que el primero debe reducirse tanto como sea posible. Al reducir y eliminar procesos o pasos innecesarios, puede asegurarse de que los clientes obtengan exactamente lo que quieren y, al mismo tiempo, reducen el costo de producción de ese producto o servicio.